La Navidad es el momento de descorchar los vinos más especiales y complejos que podamos encontrar. Si trasladamos esta idea a Beronia, la joya de la corona es nuestro gran reserva, un vino que se ha estado elaborando desde los inicios de la bodega y del que guardamos una importante colección de añadas viejas.
Quizás algunos de los más fieles seguidores de la bodega conserven algunas de estas botellas en sus bodegas privadas. Nosotros hemos realizado una pequeña cata vertical probando una cosecha por cada una de las décadas en las que se ha elaborado el Gran Reserva. ¿Hay mejor manera de descubrir cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo?
Lo mejor de Beronia
Como desvelamos ya hace unas semanas en el blog, el Gran Reserva se elabora con viñedo viejo de terruños muy concretos de Rioja Alta, fundamentalmente del valle de Valpierre y del monte que se encuentra justo encima de la bodega, donde por la mayor altitud se consiguen unas maduraciones más lentas.
Utilizamos, por tanto, nuestros mejores tempranillos a los que añadimos un porcentaje de graciano, una variedad de elevada acidez y con garra que contribuye a la longevidad del vino. La crianza se realiza en barricas de 225 litros de capacidad durante unos 26 meses. Inicialmente se llevaba a cabo en roble americano pero desde la cosecha 2001 se empela roble francés.
A continuación, compartimos las notas de cata de las cosechas 2010, 2001, 1994, 1982 y 1973 que reflejan la evolución del gran reserva de Beronia a lo largo del tiempo.
Una vertical de lujo
Beronia Gran Reserva 2010. Cereza borde rubí. Opulento, especiado, con notas achocolatadas y de cereza en licor. Evoluciona a cereza madura, con más especias (nuez moscada, canela, regaliz) y toques de cacao. Boca opulenta, pero con buena acidez que anuncia un buen desarrollo en botella, textura fluida. Gran potencial. Es la añada actualmente en mercado.
Beronia Gran Reserva 2001. Cereza borde anaranjado. Conserva un toque de fruta roja vibrante envuelto en notas lácticas, especiadas (regaliz) y leves toques pulverulentos (desván). Evoluciona a flor marchita. Muy sabroso y fluido en boca, tanino pulido pero con buena estructura. Notas achocolatadas en final y buena persistencia. Una excelente añada que mantiene la firmeza y con vida por delante
Beronia Gran Reserva 1994. Esta cosecha se expresa en clave de delicadeza, sin la estructura de las dos anteriores. Toques especiados y balsámicos (menta), con un paladar más construido en torno a la acidez y la jugosidad. No está evolucionada en absoluto aunque no parece que vaya a poder ir a más. Una característica que comparten muchos riojas envejecidos es que parece quedarse detenidos en una suerte de meseta durante periodos relativamente largos de tiempo.
Beronia Gran Reserva 1982. Rubí teja. Nariz muy compleja y casi exuberante con aromas balsámicos (retama), fruta en compota (orejones), especias (canela). Evoluciona a flores secas y nuez. Gran equilibrio en el paladar con una textura sedosa muy fina. Gran elegancia. Es lo que todos querríamos encontrar al descorchar un buen rioja con más de 30 años de vejez. Y sin ninguna señal de cansancio y agotamiento.
Beronia Gran Reserva 1973. Coincide con la fecha fundacional de la bodega, una época en la que se añadía un pequeño porcentaje de viura en el ensamblaje (aquí es de un 2-3%). Aunque no es una añada de especial calidad, el color y el propio vino se mostró muy entero. Sin la estructura del 82 pero con equilibrio y sensaciones muy puras dentro de una mayor ligereza. Franco, límpido con carácter especiado y bien mantenido por la acidez. En estado un tanto detenido como el 94 aunque tampoco parece posible que vaya desarrollando mayores dosis de complejidad.