Aunque esta última ha sido tan solo la segunda añada que elaboramos en nuestras nuevas instalaciones de Rueda, no nos hemos podido resistir a introducir distintas mejoras y novedades.
Las dos de las que estamos más orgullosos son las nuevas tulipas de cemento, que podéis ver en la siguiente imagen, y una espaciosa cámara de frío que nos permite dar una “segunda vida” a nuestros mostos. Queremos anunciaros también la realización de un concienzudo estudio de suelos en nuestras dos fincas en la zona.
Verdejos más frescos para el verano
Las cámaras de frío son cada vez más habituales en las bodegas españolas. Se utilizan para racionalizar el trabajo de vendimia (el frío permite conservar partidas de uvas en perfecto estado sin necesidad de tener que procesarlas el mismo día que llegan a bodega, como era lo habitual hasta hace muy poco), para preservar los aromas y, en caso de que el enólogo así lo encuentre necesario, para tener la temperatura necesaria para realizar maceraciones con las pieles. El control de la fermentación, por otro lado, también es mayor cuando se trabaja con uvas que parten de bajas temperaturas.
Sin embargo, nuestra cámara de frío es algo diferente. De entrada, el tamaño es bastante mayor (con capacidad para albergar 100.000 litros, aunque este año hemos empezado solo con 25.000) y está pensada para guardar no uvas sino mosto. Ya sabéis que el mosto es el zumo de la uva con todo su contenido natural de azúcares. ¿Quién no se ha tomado un mosto de pequeño e incluso ahora cuando le apetece una bebida dulce, pero sin alcohol? Pues bien, en Beronia Rueda estamos preservando ese mosto con todas sus propiedades intactas para fermentarlo en primavera, casi seis meses después de la fecha normal de vendimia. Esto nos permitirá tener partidas relativamente importantes de Beronia Verdejo bien cargadas de fruta y frescura para comercializar en verano que es, sin duda, la temporada de mayor consumo de vino blanco en España.
Aunque la técnica es bastante novedosa en nuestro país, Marian Santamaría nos cuenta que se practica de forma habitual en el norte de Italia en la elaboración de sus conocidos moscatos.
Un material que ayuda a para conseguir bocas más redondas
Los nuevos depósitos de cemento que hemos empezado a utilizar en la cosecha 2018 tienen forma de tuilipa y capacidades cercanas a los 10.000 litros cada uno. “El objetivo -cuenta Marian- es tener verdejos en bodega con un perfil menos tecnológico”.
Además de recuperar un material muy común en bodegas tradicionales de España, en el hormigón sin revestir, debido a su carácter poroso, el vino se comporta de forma muy diferente en comparación con el acero inoxidable. Básicamente, lo que se busca es favorecer el trabajo con las lías (las levaduras muertas resultantes de la fermentación en botella) para conseguir vinos más redondos y glicéricos.
Una parte de estas primeras pruebas en hormigón acabará en el ensamblaje final del Beronia Verdejo donde aportará ese plus de intensidad y textura en boca. El resto podría dotar de mayor complejidad a un futuro blanco de gama alta fermentado y criado en barrica.
Explorar los suelos de Rueda
Una tercera línea de trabajo en bodega busca tener un mejor conocimiento de los suelos de nuestras dos fincas de Beronia en la denominación: La Perdiz que rodea la bodega y El Torrejón, situada a unos seis kilómetros de distancia en dirección hacia Medina del Campo.
“Estamos hablando de terrazas del cuaternario con mucho canto rodado en la superficie, aunque también aparecen vetas de caliza y arcillas en profundidad que nos ayudan a retener el agua”, explica Marian Santamaría. “Son suelos muy especiales de los que no se habla tanto en la zona, pero en Beronia queremos dar mucho valor al terruño”.
Por eso hemos pedido a uno de los grandes expertos en la materia en España, Vicente Gómez, de la Universidad Politécnica de Madrid, un estudio en profundidad de ambas propiedades de cara a extraer su máximo potencial en el futuro. En Beronia nos gusta pisar sobre seguro.