El Consejo Regulador de Rioja ha calificado la cosecha 2017 como “muy buena”. Nadie lo habría previsto unos meses antes de la vendimia, en especial tras las heladas que tocaron duramente a la parte occidental de Rioja, precisamente donde está la mayor parte de nuestro viñedo propio y controlado.
El oficio de viticultor siempre es incierto. Hay un gran número de factores que escapan a su control: cuánto llueve, en qué momento, con qué virulencia, si hace demasiado frío o demasiado calor… No queda más remedio que adaptarse constantemente a las circunstancias de cada cosecha.
2017 fue un año complicado en Rioja y en casi todas las regiones de la mitad norte. Las heladas de la última mitad de abril provocaron en muchos casos una vendimia a dos ritmos. La planta que sobrevivió a la helada continuó el ciclo de manera normal, pero las que se vieron afectadas y consiguieron llevar a cabo una segunda brotación tuvieron que volver a empezar desde cero. Esto se traduce en distintos ritmos de madurez y vendimias más largas y escalonadas.
Nuestro enólogo Matías Calleja no tuvo un momento para relajarse. En su opinión, “2017 ha sido más cálido que 2016 cuando la uva tardó en madurar. Lo más complicado este último año ha sido ajustar el grado alcohólico, lo que técnicamente llamamos madurez glucométrica, con la madurez de la piel de la uva, que es la madurez fenólica”.
Por suerte, el calor y las buenas temperaturas de comienzos de otoño permitieron acortar esa diferencia y conseguir uvas de mucha mayor calidad de la esperada.
Más alcohol y diversidad en los vinos
Pablo Franco, Director del Órgano de Control del Consejo Regulador ha destacado “una interesante diversidad en los vinos marcada en gran parte por las ajustadas producciones y por un resultado con un alto potencial para el envejecimiento”.
Desde su punto de vista la cosecha 2017 ha dado “vinos finos y elegantes con un complejo y marcado carácter riojano”.
Una característica particular de esta añada es un grado alcohólico ligeramente más elevado que el registrado en 2016, de modo que entraría en el grupo de lo que muchos elaboradores suelen calificar de “añadas mediterráneas”, frente a cosechas más frías que se definen como “atlánticas”.
De hecho, y pese a los retrasos en la maduración que inicialmente se esperaban por las segundas brotaciones, 2017 ha sido la cosecha más temprana en la historia de Rioja y de muchas otras regiones españolas.
Los vinos presentan buena concentración debido al drástico recorte de rendimientos que se produjo de forma natural a causa de las heladas.
Otro factor adicional de calidad según Franco ha sido la “excelente sanidad del viñedo, a nivel general, en la última fase del ciclo” con total ausencia de plagas y enfermedades.
Esto explica también que las valoraciones que recibieron los vinos fueran “las más altas de los últimos años” en palabras del director de control.
La calificación de cosecha se realiza a partir de la valoración y análisis de las muestras que los técnicos del Consejo Regulador toman directamente de los depósitos de las bodegas y que este año ascendieron a 4.020.